Hace años, en 2009, me preguntaba acerca de por qué el BIM, siendo que tenía una serie de ventajas innegables frente a trabajar con programas de CAD, apenas se utilizaba en España salvo en honrosas excepciones y contrariamente a lo que ocurría en otros países. Hoy, sin que tenga claro los motivos que han llevado a ello, la situación se ha invertido considerablemente y ya casi nadie se cuestiona su utilización, si bien no tengo claro que sea lo más utilizado, por lo menos aquí.
Este post fue escrito originalmente para el Blog de la Fundación Caja de Arquitectos
En los dos artículos anteriores hemos hablado de dos casos que evidencian las relaciones existentes entre espacio digital y espacio físico. En ambos subyacía la misma pregunta: ¿Puede una aplicación web o un servicio online afectar la dimensión física de una ciudad? Y también una primera tentativa de respuesta afirmativa: el uso de datos geoespaciales de distinta naturaleza permite tomar decisiones que condicionan el espacio físico, como por ejemplo identificar los lugares donde ubicar comercios o qué lugares son dignos de ser visitados, con la consiguiente actividad económica, constructora (y a veces gentrificadora) que se deriva de ello.